Las jóvenes de la Fundación provienen de contextos de riesgo y vulnerabilidad social, pero ¿qué significa exactamente esto? Significa que han sufrido situaciones de mucha dificultad en la infancia y adolescencia, como por ejemplo de pobreza, algún tipo de maltrato, han vivido en condiciones de infravivienda, consumos de tóxicos, relaciones afectivas conflictivas, de violencia o de abuso, abandono escolar, una red de apoyo informal debilitada e inestabilidad emocional.
Las jóvenes no obtienen el apoyo que necesitan de sus familias porque normalmente éstas acumulan muchas dificultades sociales. Por eso deben ir a vivir a otro entorno donde puedan recuperar la estabilidad y reconstruir su itinerario vital.
Asimismo, las jóvenes han aprendido a luchar y perseverar en sus objetivos, y son muy capaces de aprovechar las oportunidades que se les da para mejorar sus condiciones de vida, desarrollar una capacidad crítica y una resiliencia significativa para poder continuar su cambio vital.
Una persona menor de edad puede pasar a tener una situación de tutela de la Generalitat de Catalunya debido a diferentes factores, como haber sufrido desprotección, abusos, violencia o negligencia por parte del entorno familiar, pobreza severa, procesos migracionales, etc.
Cuando se considera que la situación es de alto riesgo, la administración declara su desamparo y asume su tutela de acuerdo con la Ley de Protección de Infancia y Adolescencia y el/la menor pasa a ser atendido en equipamientos residenciales o en otras medidas de acogimiento hasta su mayoría de edad.
Al alcanzar la mayoría de edad, las jóvenes deben emprender su emancipación debiendo asumir responsabilidades importantes que el resto de la juventud que no se encuentra en situación de riesgo afronta mucho más tarde*: encontrar un trabajo estable que le permita sobrevivir, conseguir un piso asequible, formarse, gestionar su economía, aprender a gestionar las emociones sin poder contar con el apoyo adecuado, etc.
El esfuerzo que se pide a las jóvenes es mucho mayor que a los otros jóvenes que no se encuentran en situación de riesgo, cuando su punto de partida es mucho más frágil a todos los niveles.
* La edad media de emancipación en el Estado es de 32 años. Datos 2018-2020.
En la mayoría de casos la maternidad es deseada, si bien es una decisión tomada sin prever demasiado las consecuencias que se derivan de ella.
El porqué de la maternidad en la etapa adolescente tiene tantas respuestas como jóvenes existen, pero en términos generales podría responder a temas culturales, a necesidades de vínculo y de restaurar la propia historia vital o bien con el deseo de proyectar una nueva etapa centrada en la maternidad.
En muchos casos, la figura del padre está ausente y se encuentran solas afrontando la crianza de sus hijos e hijas mientras transitan por la etapa de la adolescencia, cuando todavía están construyendo su propia personalidad.
Sus familias, debido a las dificultades que sufren, no pueden apoyar a la joven y a su niño/a y por eso deben recibir el acompañamiento de profesionales externos en un entorno residencial.
La emancipación con garantías es aquella que acontece fruto de un proceso de aprendizaje, capacitación y empoderamiento personal que permite a la joven romper con el contexto de exclusión de donde proviene y mejorar sus condiciones de vida, consolidando una vida autónoma y estable a largo plazo tanto para ella como para su niño/a.
Concretamente entendemos que:
- la joven cuenta con la cobertura de sus necesidades básicas
- la joven ha logrado la estabilidad personal y las capacidades necesarias para gestionar su vida cotidiana de forma autónoma
- la joven ha podido construir un entorno saludable y seguro para ella y sus niños/as como mecanismo de prevención del riesgo
- la joven cuenta con un itinerario formativo y laboral estructurado del que obtiene los ingresos económicos que necesita para vivir
- la joven ha podido construir nuevos vínculos saludables con su entorno.
La mayor parte de las jóvenes que viven en los pisos de la Fundación realizan una aportación económica simbólica en concepto de estancia y de los costes de suministros que se derivan de ella.
Los importes varían en función de la tipología de piso (Pisos con Apoyo – Barcelona- o Pisos de Emancipación – Santa Coloma de Gramenet), de las circunstancias de cada mujer y de sus posibilidades.
Consideramos que esta aportación es clave para el aprendizaje de la gestión cotidiana de las mujeres y lo consideramos una herramienta más de intervención educativa.
Las jóvenes que residen en la Residencia Maternal no hacen ninguna aportación económica, dada su condición de menores y estar “amparadas” bajo el sistema de protección.